A partir de nuestra llegada a Esquel y en adelante, el viaje fue marcado por el encuentro de gente que hizo especial nuestro paso por cada lugar.
Mas allá de los hermosos paisajes que siguieron iluminando nuestros ojos, las relaciones humanas fueron la clave y la esencia para que hoy sintamos que todo el esfuerzo y los kilómetros recorridos valieron la pena.
Recapitulando, la primer sorpresa al llegar a la ciudad de la “ La Calidez Patagónica” (como dice el slogan de la ciudad), fue el reencuentro con Tomas, alias “Petete”, un viejo compañero de mi primer trabajo que no había vuelto a ver por años. Tomas es lo más parecido a una enciclopedia viviente, y sus dotes de informador nos ayudaron a entender y conocer más el lugar donde hoy vive.
Pasamos unos días en su casa, con Pau, su mujer, y con sus dos hijitos, Juli de dos años y medio que con su corta edad ya hace valer su personalidad independiente y decidida, y Feli de tres meses, un budita en miniatura que nació casi junto con nuestro viaje.
Después de haber estado lejos de casa por mucho tiempo, esos días compartidos fueron para nosotros más importantes de lo que ellos imaginan. Les dejamos un gracias enorme a los cuatro, por habernos dejado ser parte de esas pequeñas cosas que nos hicieron muy bien y por abrirnos las puertas de su hogar.
Días después conocimos a Sebastián, un mecánico fuera de serie, que no fue uno más en la lista… La búsqueda de un repuesto para “Rancho” que nos demoro unos cuantos días, nos dio el tiempo necesario para conocerlo a él y a su novia, Sole.
Seba nos dio hospedaje en su taller, y pasamos varias noches entre tuercas y motores. Compartimos cenas, charlas sobre religión, viajes, chistes y confesiones. Y nos dimos el lujo de hacer una escapada juntos a la ciudad lindera de Futaleufu (Chile), en el fin de semana de pascuas.
Seba y Sole fueron dos personas sencillas y generosas que nos encanto conocer, amigos pasajeros que nos regalo el viaje.
Mas allá de los hermosos paisajes que siguieron iluminando nuestros ojos, las relaciones humanas fueron la clave y la esencia para que hoy sintamos que todo el esfuerzo y los kilómetros recorridos valieron la pena.
Recapitulando, la primer sorpresa al llegar a la ciudad de la “ La Calidez Patagónica” (como dice el slogan de la ciudad), fue el reencuentro con Tomas, alias “Petete”, un viejo compañero de mi primer trabajo que no había vuelto a ver por años. Tomas es lo más parecido a una enciclopedia viviente, y sus dotes de informador nos ayudaron a entender y conocer más el lugar donde hoy vive.
Pasamos unos días en su casa, con Pau, su mujer, y con sus dos hijitos, Juli de dos años y medio que con su corta edad ya hace valer su personalidad independiente y decidida, y Feli de tres meses, un budita en miniatura que nació casi junto con nuestro viaje.
Después de haber estado lejos de casa por mucho tiempo, esos días compartidos fueron para nosotros más importantes de lo que ellos imaginan. Les dejamos un gracias enorme a los cuatro, por habernos dejado ser parte de esas pequeñas cosas que nos hicieron muy bien y por abrirnos las puertas de su hogar.
Días después conocimos a Sebastián, un mecánico fuera de serie, que no fue uno más en la lista… La búsqueda de un repuesto para “Rancho” que nos demoro unos cuantos días, nos dio el tiempo necesario para conocerlo a él y a su novia, Sole.
Seba nos dio hospedaje en su taller, y pasamos varias noches entre tuercas y motores. Compartimos cenas, charlas sobre religión, viajes, chistes y confesiones. Y nos dimos el lujo de hacer una escapada juntos a la ciudad lindera de Futaleufu (Chile), en el fin de semana de pascuas.
Seba y Sole fueron dos personas sencillas y generosas que nos encanto conocer, amigos pasajeros que nos regalo el viaje.
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La Trochita y Rancho: Dos potencias se saludan... |
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En La Vinoteca de Tomás |
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A falta de plasma HD, que mejor que la ventana de la casa de Tomás y Paula |
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Pau y Feli |
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La pequeña Juli |
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Cascadas Nant y Fall de Trevelin |
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Parque Nacional Los Alerces |
Pero paradójicamente esta armonía se violo hace rato, cuando en el Parque Nacional Los Alerces, se inundaron cientos de hectáreas para generar una central hidroelecrtica con fines industriales.
Este sector del parque hoy lleva el nombre de “ Amutui Quimei” que en Mapuche significa: belleza perdida.
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Noche de lujo en el taller de Seba |
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Almuerzo en la parada de bondi |
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Llegando a Futaleufú |
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Cenas y charlas... |
Feliz cumlpeaños Sergio Penela!!! viste que loco cuando te tenia cerca no me acordaba!!!!! jajajaja
ResponderEliminarAriel P
Che..faltó un nombre...Juli está montada en Clementina! El 10 de julio andaremos por Bs As...por un lado esperamos verlos y por otro, preferimos que para esa fecha estén por el NOA! Slds esquelenses de toda la Flia Prestada!
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