Llegamos al Bolsón con las energías algo gastadas y cara de pocos amigos. No pudimos ubicar a los contactos que teníamos anotados, y lo mas tentador para hacer, que eran caminos de montaña nos encontró ya un poco acobardados por la presencia cada vez más fuerte del frio y la falta de abrigo necesario.
Fue así que partimos en breve hacia Lago Puelo la otra “Aldea Hippie” hermana del Bolsón.
Fue acá, en uno de los lugares más mansos del mundo, donde las rejas y cerraduras son cosas de otro planeta, y las bicicletas duermen afuera sin candado. Donde puertas y ventanas dejan pasar el viento sin paranoia y se respira aire de paz. En ese mismísimo lugar, nos robaron.
El hecho ya quedo en el olvido, pero en ese momento fue razón suficiente para colmar nuestro vaso de malos humores.
Fue el primer día que realmente quisimos estar en casa y olvidarnos de todo.
Pero la magia del viaje hizo que justo cuando más lo necesitábamos conozcamos a dos personas que vendrían a restaurar nuestro ánimo y cambiar la mirada de las cosas.
Mirko y Suhe son restauradores de muebles, y aunque ellos no lo sepan, también de personas.
Ese día de angustia, de declaraciones, denuncias, policías y gendarmes termino siendo inesperadamente hermoso.
Pasamos la noche en su casa, mimados como chicos, y jugando a los dados hasta las dos de la mañana.
Mirko y Suhe nos enseñaron que aman el lugar donde viven, que están orgullosos de haber construido su casa con sus propias manos y que al mirar por la ventana cada mañana disfrutan de la montaña como si fuera el primer día.
Conocimos dos personas que sin importar la edad, llevan la juventud a flor de piel, y se ríen de la vida, por el simple hecho de que la vida esta hecha para ser disfrutada.
Fue así que partimos en breve hacia Lago Puelo la otra “Aldea Hippie” hermana del Bolsón.
Fue acá, en uno de los lugares más mansos del mundo, donde las rejas y cerraduras son cosas de otro planeta, y las bicicletas duermen afuera sin candado. Donde puertas y ventanas dejan pasar el viento sin paranoia y se respira aire de paz. En ese mismísimo lugar, nos robaron.
El hecho ya quedo en el olvido, pero en ese momento fue razón suficiente para colmar nuestro vaso de malos humores.
Fue el primer día que realmente quisimos estar en casa y olvidarnos de todo.
Pero la magia del viaje hizo que justo cuando más lo necesitábamos conozcamos a dos personas que vendrían a restaurar nuestro ánimo y cambiar la mirada de las cosas.
Mirko y Suhe son restauradores de muebles, y aunque ellos no lo sepan, también de personas.
Ese día de angustia, de declaraciones, denuncias, policías y gendarmes termino siendo inesperadamente hermoso.
Pasamos la noche en su casa, mimados como chicos, y jugando a los dados hasta las dos de la mañana.
Mirko y Suhe nos enseñaron que aman el lugar donde viven, que están orgullosos de haber construido su casa con sus propias manos y que al mirar por la ventana cada mañana disfrutan de la montaña como si fuera el primer día.
Conocimos dos personas que sin importar la edad, llevan la juventud a flor de piel, y se ríen de la vida, por el simple hecho de que la vida esta hecha para ser disfrutada.
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En casa de Mirko y Suhe |
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Escalera! |
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Mientras alguien abria nuestro auto, nosotros robabamos estas ricas manzanas. Creo que no hicimos buen negocio... |
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Ser, contemplando el Rio Azul |
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Si pueden observar, abajo al centro bien chiquiiiiiito esta el Rancho esperandonos... |
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Lluvia de otoño 1 |
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Lluvia de otoño 2 |
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Ser: -"No sabía que me gustaba taanto el color amarillo..." |